martes, 27 de diciembre de 2011

Carta desde la isla


Tengo vértigo. Vértigo en el estómago, en el corazón, en la garganta. La nausea es el miedo al vacío. Me lo debo, llevo muchos años evitando esta sensación y este día. No sólo por el miedo, por el vértigo, sino porque siempre he sido muy fiel a mis creencias amorosas. 

No recuerdo cómo estar sola, desconozco ese lado del mundo que hoy  parece obscuro y frío. Nueva nave o refugio.   Nadie para tomar mi mano. Nadie frente a quién tener agallas. Soledad, estepa del norte o abismo marino. Terror al desconocimiento de las presencias y los límites, de los fantasmas que vendrán a aterrorizarnos hasta que logremos  hundirlos  en la serena muerte del perdón y del olvido. Del aprendizaje. Vértigo... nos hemos dejado y parece que naufragan todos los sueños, las certezas. Las creencias  sobre un amor largo y prodigioso, los cimientos de una sociedad potencia. Pero ya nos habíamos dejado antes, no se cuándo,  no se qué parte de la guerra nos derribó el puente. Ha sido una muerte agónica, una resitencia heróica, nos alimentamos artificialmente con los tubos y mangueras de lo cotidiano. Primero, fue posible vivir bajo la sombra del árbol de la prosperidad amorosa que tuvimos en la casa azul, la casa del idilio, la casa sin tiempo. Habitamos el manto protector del mito que nos había fundado: Nosotros. Pero la peste y el hambre y las furias de la historia  se filtraron por la ventana del pisito de l'Eixample. Tú no las viste, las dejaste pasar por tu boca y yo las dejé entrar por los oídos y  años después, cortan.por.adentro.  Tú crees que es normal hablar con palabras miserables y olvidarlo al día siguiente. Tú eres un niño. Estás tan en tí mismo que eres ciego para otros.  Yo soy una jóven y exitosa mujer rota. Igual de rotas Penélope o Medusa.  Inconforme pero cómoda a la sombra de tu árbol.  Incapaz de mi luz y obsuridad. Incapaz de mi soledad.  Inmóvil y enraizada. Pero yo no quiero convertirte en piedra. Tejo ya sin deshacer el manto. Yo no quiero ser tu madre, ni tu hijo.  Y no es mi muerte en tu conciencia, no creo que pienses mucho en lo que soy o en lo que quiero.  Este es mi luto y el abismo es ante la muerte de la esperanza sobre Nosotros. Pienso que ya nos hemos hecho pedazos.  Pienso que parecemos aves de carroña.  Y es lo más triste que ha pasado. Algo bueno de la vida se calla cuando a las ideas hermosas se les prende keroseno. Cuando los amores libres se ahogan en violencia. 

He estado aquí antes. Conozco el vértigo. Y no seremos mendigos. No recuerdo qué hice entonces y no se qué voy a hacer ahora.  Algo tuvo que salir bien porque pude estar y conocerte y amarte más y amarte mejor. Se avecina "la soledad que aguarda y tiembla". She said. (*) Me dejaré caer con los brazos abiertos a la indispensable belleza de la vida aunque implique el terror y  la tristeza. Vendrá el vértigo y me tomará por los hombros y estarán los anhelos rebotando en las paredes. Vendrán las nostaligas que serán azules como  lo era nuestra casa, y el deseo será ansiedad doliente y escindida. Vendrán los espectros, vendrán las rabias estridentes y ríos violáceos de aguamala correrán furiosos por la calle de Tokio. Vendrán y les abriré las puertas y los dejaré marcharse, espero, pronto. No abrazaré  la soledad  como se abraza a la muerte, no como se abraza al vacío, me tenderé con velas y vestidos al viento de lo que se avecina, quemo las naves de la esperanza perdida en la hoguera de la posibilidad, de la potencia de la vida. Ojalá que te mires y te rompas un poco por adentro. Easier said than done. Estuvo tu alma dentro de mi alma.  Amigo mío, amor mío, se que también bailará tu corazón Tengo vértigo. Bienvenido. 

Las letras verdes en AGUAMALA son enlaces musicales y las pastillas verdes son de muerto. (Chiste ñoño muy selecto para los amantes de la Ciencia Ficción) where no ending ends
(*) Rosario Castellanos said.

Aguamala.