lunes, 8 de octubre de 2012

She is a tourist.

Homenaje discreto a un texto de domingo que entendió mi viaje. Rafael Lemus.

She is a tourist
 
Ella era nimia
Y esa fue tu peor falta de respeto.
 
Aguamala o Medusa.
 


Que viniera, entonces,  la fuga. 
Abrir y cerrar los ojos, mover la nariz como voluptuosa genio o lanzar el  decreto medieval para verme,  de pronto,  brillante y renovada, sumergida en ellos, en su grupo: los turistas.

Sí, que idea feliz. Tan refrescante. Me resguardo en ella hoy que, como hace meses, no puedo escribir. ¡Dios pagano  de la circunstancia, de la poesía de las espirales, del improbable encuentro, no me abandones ahora! No puedo escribir.

¡Diosa loca de la cantina jornalera, de la llamarada de petate, de la palabra que muerde, no me dejes a mi suerte tan cerca de septiembre! No con una historia tan corta y tan azul y medias noches. No a la pesadilla del ensimismado, del trágico y narciso ego de quien narra, me quedo sin historia, me quedo sin espejo, otra vez como Guido Anselmo, en el  padecimiento aristócrata por consumirse en la búsqueda de la musa que lánguida le ignora.  No puedo escribir.  ¿Fallé? Sí fallé. No hay coincidencias.

He sido una chica tranquila, reservada de la fiesta. Bebo tizanas. He estado  pensando demasiado en los planes y programas. Llevo la falda almidonada al estilo mod de los sesenta, acorde a la estación gris del cambio de sexenio. Con tantas ganas de que algo cambie y de beberme un par de jazzistas en las rocas. Ningún amante en puerta me entusiasma. Falta que deje la bebida y que regrese a los pilates.  Sé que no merezco el beso de Medusa, el don del caos y la escritura, si me concedes unos días de paz y autocuidado, malagua se desbordará de escote como los grandes ríos que fluyen en silencio. Volverán las tormentas con nombres de mujeres que en su temporal venganza, devastan  las  costas  e inundan de poesía las orillas de la tierra.

Volveré a ti.

¡Torbos dioses del estilo, de la competencia comunicativa, de la cadencia latina o de la precisión nipona devuélvanme a la  Aguamala aunque no la merezca, que sin ella no soy nada, que sin ella no soy yo!

Aguamala  llama a la tierra.

Turistas, pinches turistas. Me drenaron. A mí nunca me llega la parte sexy de su derrama económica.  Bueno, algunas buenas fiestas y conciertos. Berlin doesn't love you. Turista terrorista, como dicen los venecianos que son gente sabia que conoce de temas sofisticados, de temas implicados como el de la venganza, el de la seducción y el de la muerte que nos ronda con la inminencia de la sepultura, o sea con tener las aguas(malas) hasta el cuello.

Fuck. Yo quiero estar en su cuello.

Pinches turistas. Así funciona. A penas una abusa leeeve, un poquito de las sustancias que les atraen como el bloqueador solar, las bebidas con sombrilla y los mapas,  y cuando menos te das cuenta, ya estás, otra vez, rebuscando en el estante esas moronitas de cine que dejaste guardadas la última vez que esa masa amorfa de afectos llamada turista te dejó  sintiéndote estafada, como  si hubieras comprado un mojito de 6 euros, un paraguas chino, un low-cost perdido un día de nieve. La desolación que es la prima más fea de la soledad. Estafadores, de esos que te dejan con las ganas de cachetear a todo el mundo, así lo dice Chepa.

Las veces que me ha sucedido esto, las veces que le ha sucedido a mi manager (psss tengo un Manager Cum Laude ¡obvioooo! ¡Qué esperan! Tengan uno con el sentido de la estética que tiene el mío) vienen a consolidar la teoría de la personalidad que se ha desarrollado aguamálicamente para ellos:

Turistas existenciales.

Recordarles turistas, pequeña Aguamala, recordarles: su predisposición genética turista, su falla tectónica turista, su rola de Arjona turista, su afición cartesiana de separarse por adentro muy pinche turista,  luego sus culpas porque básicamente nadie, más o menos normalito, puede hacerlo y sobre todo,  aquello  que  divide a al género humano en un abismo que va hasta el fondo de la tierra y del buen gusto: Su forma de moverse y de aprender, es decir, de tomar y dejar.
 
Su forma de viajar que se parece mucho a la forma de amar y de vivir: cha-fi-ta, china, desechable, empaquetada, clasificada, de plástico, pinche. Como poniéndose un pedo redneck en Cancún sin saber qué ruinas pisan, qué paraísos desdeñan, qué dioses los dejan desprovistos de belleza.
    



¡Aaaaaaaaag turistas! Qué importa, me estoy volviendo buena en saltar al vacío y ahí está ella para mí. Ella. Ella. Ella. Recordarles turistas para poner en  la soledad nueva o la soledad reciclada algunas aves del paraíso en el florero, siempre hay alguna cosa linda en nuestra playa, algún rincón donde querer recostarse. Para buscar el yoga que olvidé para decorar la soledad verde y autosustentable,  la soledad con muchos años en el armario, remachada y apolillada, pero al fin y al cabo, deslumbrante clásico. Alta costura. Soledad de diseñador confeccionada por la aguamala antes de todos los siglos y amén y olé.

Sí, turistas. Cínicos e ignorantes de la ciencia de la cadencia de la vida,  del conocimiento del afecto. De la disciplina de la belleza.  Yo nunca, nunca, nunca he sido como ellos, quisiera, claro, por eso les estoy mentando la madre en este texto...naaa, pero qué hueva, o sea qué hueva.  Hoy les tengo mucha envidia  porque creo que no puedo pagarme el lujo de lo superfluo, even when asai means shallow, even when assai means too much, literally.  Si viajo todo me incrimina, todo me implica, todo me conmueve, en todo me encuentro aunque sea en sentido contrario. Y si permanezco viajo. No puedo pagarme el desprecio, la escisión, la objetividad, no me alcanza.  La neta,  es pobreza y que no entiendo cómo diablos los turistas son tan malos para ser sensibles e inteligentes a la vez, cómo es posible que les salga tan mal.

Malvenidas las invasiones bárbaras, las que saquean. Las que desean tu buen clima, las que se llevan a tu mujer,  las que  toman los objetos brillantes para sí. Las que se creen la bazofia de la objetividad.  El bárbaro,  el extraterrestre, el extranjero, el alienígena, cuando menos te das cuenta, te encuentras  tratando de defender a facebook y espada tu dignidad amorosa, tu educación sexual, tu sentido de la estética (parecido al del manager)… el problema con el turismo existencial es una falta de comprensión de la dimensión afectiva como un proceso relacional que conecta de manera diversa distintos niveles de la realidad, o sea, el turista entiende por -digamos sexo- una disposición específica de correspondencia entre el cuerpo, el tiempo o la trayectoria de duración, la intensidad emocional, el nivel de conexión personal, en fin, todas las cosas que él o la turista crean que participan del -digamos sexo-, las entiende dispuestas de una forma, y no hay poder viajero que les haga comprender lo contrario, que las emociones son eventos de lo afectivo. Sucesos completos.

 

[06:46:47 p.m.]manager: como que puede haber sexo sin pertenencia

[06:47:09 p.m.]manager: o cuerpos revueltos y revolcados sin necesidad de una frecuencia reiterativa

[06:47:32 p.m.]manager: o que se puede amar a dos o mas personas a la vez de diversas formas y que esta ok

[06:47:44 p.m.]manager: porque cada una tendría su propia configuración de esos niveles de la realidad

[06:47:55 p.m.]manager: y representa un nodo de conexión único e irrepetible

[06:48:14 p.m.]manager: para simplificar lo que es simple: los turistas son cortos

[06:48:18 p.m.]manager: ese es su problema

[06:48:32 p.m.]manager: ya pueden tener doctorados y todas las ideas brillantes del mundo

[06:48:44 p.m.] manager: pero es un poco lo que has dicho, no son capaces de ser sensibles e inteligentes al mismo tiempo

[06:50:03 p.m.] manager: al menos no sobre si mismos, no saben nada, es ignoracia

[06:50:21 p.m.] manager: no pueden pensar en sí mismos de manera relacional y compleja.

Así son ellxs, lxs, turistas. Se emborrachan,  consumen, dejan sucio y  se van, imaginad que no se fueran, imaginad qué harían, qué haríamos nosotros, nosotras, si los turistas se quedaran.  Querrían que todos lleváramos sombreros de flequillo y culpas. Desdén to go.

Sí, un día, pronto. Sí, ya pronto, más o menos así:

Estaba muy cansada, estaba con ganas de aferrarme a esta ciudad en la que puedes resbalar mientras te engulle pero hoy se que estoy a punto de desaparecer. Todos lo notan, estoy despareciendo, durísimo, ya no tengo rodillas que me permitan doblarme.
Desaparezco de pagar la renta, de tratar de gestionar una alimentación regular, con cierta ingesta de vegetales. Desaparezco de mi intento siempre fallido de administrar el cuerpo entre los dos trabajos, que son dueños de mi tiempo y que me tienen tan políticamente implicada, tan agarrada de las pelotas existenciales que ya no sé que pie hay que poner frente al otro. La soledad que una aprende a administrar. ¿Sabré, oh,  Cosmopolitan, estar sola alguna vez?

Los dos espacios, los dos tiempos, como las dos Fridas, con los vasos comunicantes  desangrándose discretamente, como secreto a voces. Son tan absurdamente distintos entre sí, como esposo y amante, uno significa ser arrojada y aguantar el trago y el otro significa ser paciente y levantarse muy temprano.  Ambos significan tener que renunciar a la comodidad, a la zona de confort que los chicos con los que suelo juntarme tienen como primera enmienda, garantía constitucional de sus personalidades y franca prioridad. El miedote que les da. El miedote que les doy. Turistas.

Uno, el continuo, implica el valioso tiempo que podría pasar leyendo sobre estudios medievales, dar paseos, cazar cocteles y mirar un poco de arte de martes a jueves ¡por el amor del dios pagano! sentir el suave smog que mi piel chilanga necesita...y el yoga que es tan interesante. Tratar platillos mientras miro a la ventana con una copa de vino, tener el piso más limpio. Recuperar amistades for a reason and many otrhers for a season.

Escribir.

El otro implica ser tolerante, desapegada, ser  asertiva, romper los lazos y reestructurar la vida con él y sin él,  con camaradería pero con independencia, devanarme los sesos para no buscar lo justo y necesario que sería armar un buen embalaje de rencor y pasarle con una aplanadora por la soberbia y el machismo, por su victimización cobarde, o ya de menos, hacer otra cosa con mi viernes, con mi sábado.
Trato  de gestionar mi falta en la escritura, con la escritura. Con Ella. No he escrito nada, Aguamala se nos vino abajo. La he matado. Eso y que no me gustan estos pinches niños turistas, boy scouts,  con los que me he estrellado últimamente,  los he escogido por algo, por la imposibilidad de su tiempo y personalidad que me permite tener esta vida de avalancha. Mi semana es un alud. Una llamarada. La Aguamala está compuesta del secreto que prende el fuego griego.

Señal de corte abrupto y sin sentido hacia la fuga o la umbralidad.
(La imposibilidad)

Desaparezco del río de autos por ir el viernes de lluvia de Copilco a Santa Fe a toparme con eso que estaba yo buscando y que no, otra vez, no era eso...es perfecto, es el editor de foto, y me mira embobado, yo estoy parada sobre el mundo desde su estudio. Narcisa. No me gustó la foto que escogieron, no me gustó ninguna. Debía de estar radiante, me enamoré de él desde que hablamos por teléfono. Y la Diosaloca se moría de la risa.
Cuando lo vi supe que quería uno como él. Que si fuera un vestido (joder, debe ser lo único que se escoger), me lo llevaría puesto, caería perfecto, se ajustaría a mi forma, me ajustaría a la suya, tela vaporosa, caída vaporosa y para toda ocasión.  Pero no.  Mi enamoramiento no se transmitió en su arte de circulación nacional.

El timing es mi talón de Aquiles, con él llegué como diez años tarde, tal vez eso sí se notaba y decidieron subirme dos años de edad en la publicación. ¿Qué les parecía demasiado joven? Dos hijos tan condechimente lindos, una esposa tan condechimente yo en diez años. Pero a mí no me da para eso, acabo con puros niños que no pueden pagarme las cervezas. A mi feminismo universitario  se lo tranzaron en un bar y ahora anda todo doble A.
Sólo se apareció para mostrar lo que no tengo. Me asomo al lente, me promete fama o sólo es el reconocimiento a mi trabajo, a nuestra causa…ninguno, motivos editoriales, dice. Llenar páginas con cositas cool...como ¿yo?...Nel. Por eso estoy a punto de desaparecer, otra vez, otra vez.

Desaparezco del metro dejando mi hueco triste que es inmediatamente llenado por las amplias caderas de la mujer de junto. Seguro fui de Tlatelolco a Tokio para estrellarme con todas sus paredes, contra todas las posibilidades. Tokio te amo pero me estás bajoneando. 

                                                            (La posibilidad de romper)

Y salté  (Told ya). 
Y claro, me rompí y ahora camino con más estilo. Me faltó decirle muchas cosas a la cara. Y sueño que lo echo a gritos rabiosos de mi vida. Sueño con un rencor que en la vigilia es pena. Cosa rara cuando alguien que quieres te traiciona. El planeta se pone peligroso. Me alejé para perdonarlo y perdonarme. De pronto también estoy feliz porque me he dado el golpe más duro de la vida y después de eso, todo puede ir bien. As soon as i get prettier. Otra vez, otra vez, otra vez. Sí, es definitivo
 
Desaparezco.

Toque mágico del narguile azul y me teletransporto. Me uno a ellos, a su tour…frente a la Monalisa.  Soy yo alzando la cabeza ante la imagen que he visto otras 9,3485 veces pero ahora  entre otros  peinados rubios y apresurados. Ahora frente a la mera mera, la sonrisa original, el misterio de su seducción…Es igual a la de internet. La de internet es igual a ella, es un nodo. Estratégico punto del Occidente, su centro, como dice Pablo Fernández. Trato de ver en ella a Isabel de Este, no la encuentro ¿Por qué se peinan tan mal siempre esas caucásicas altermundistas? O sea las nuevas, las turistas, no Isabel de Este.  El descuido es parte de su encanto o es que mi condición de latina  o de asiática no me permite estar desaliñada…Qué importa, hoy soy ellos. Soy la de melena rubia y descuidada, gafas obscuras o quizá soy más asiática todavía, mejor peinada, mejor vestida, mejor alimentada. Tengo los yenes y  los gadgets o los dólares, hartos dólares, de pronto estoy preocupada por  la frescura y origen de los alimentos.  Llevo una de esas terribles faldas o bermudas de “lesbiana alemanana” color  kaki (así les dice mi hermano, es un chiste entre nosotros, ofrezco mis disculpas  a las lesbianas alemanas más fashionistas). Cámara voraz y ojitos  destellantes.
 

Atrás quedó el viajero, ¿cómo? el viajero.  Atrás con aquellos otros objetos del vintage: el amor, la poesía, el heroísmo.  La aventura de Simmel, el tiempo discontinuo, el espíritu alimentándose de estética. Viajar ya es cosa cotidiana.  Qué padre, entre ellos todo es feliz y básico. Viajan en aviones y ya en el piso aquí o allá todos son elementales, básicos. Comen, beben y duermen. Consumen. Cobran seguros. Entre una y otra comida, una siesta, una retahíla de billete y algún ¡oh my gooosh! (no, más agudo) ooooh maaay góuussssh! entre monumentos. Ningún hallazgo que arrobe. Ninguna aventura que ponga en crisis lo ya conocido. Espejitos. That’s the point. Su viaje es sencillo y fotogénico. Sol y playa. Barrio Gótico y Paella. Allí, donde él está, estaremos todos ya muy pronto: La tour. Para esos, no importa dónde se paren… no lo saben.


 El viajero persiste en lo bohemio y se queda a un paso del ridículo.

Subir al avión y padecerlo como al aeropuerto y sus alrededores. Sospecho que teme al aeropuerto, sospecho que es un espacio psicosocial donde uno experimenta los peores momentos de la vida. Ansía confundirse con nativos y ningún nativo le respeta, (a menos, parece, que esté en México donde pensamos que las personas con acento es lo mejor que nos pasará en la existencia).  Se mata por estar en busca de lo auténtico y todo es una puesta en escena para que él pague por eso.  Ante cualquier hallazgo duda de mostrar o no su asombro. ¿Su solución? Mirar apenas, sonreír y tomar la foto que viene  de la entraña cuando nadie lo mira. Aquellos que con ojo débil, ante cualquier connato de belleza se les debilitan las rodillas y el deseo de aprehender es  tanto que jamás  tienen la más básica skill turística de tomar fotos. Otrxs viajerxs: lxs que van por  e s a  foto. Por la experiencia precisa que acontece ahí y entonces para él, sólo ahí y sólo entonces para él  o para ella, en su justa medida, en su explosión como evento de la vida. Uff, esa es la foto.
Yo nunca tomo fotos, ahora estoy tratando porque quiero ser turista y andar con cínico desinterés, desprecio, desdén o franco terror por hacerme cargo de las consecuencias de mis actos y mis borracheras etílicas y emocionales y… porque tengo un gadget maravilloso que hasta el momento, sólo me ha sido útil para verme a mí, asombrándome como sietemesino frete a su propia imagen y es bien raro…yo, Jessica Asai, ese rostro, la reina de la dicotomía. ¿Quién soy? ¿Tengo que tomar un avión para saberlo? ¿Tengo que tomarlo de nuevo? ¿Tengo que hacerme alguna foto? La hippie y la fresa, la caótica y la sofisticada, la temeraria y la culposa, la berrinchuda, la negligente, la exigente, simultáneamente, ninguna de las anteriores, todas las anteriores. Las dos Fridas. Qué bueno que no tomo fotos, sé que me absorbería la cabeza y escribiría todavía menos. Jessica Asai, la Reme, la niña autista y desconectada. ¿Aguamala o Medusa?
 
Barbara Kruger. Your Body is a battleground.
                                                 Y en la vida nos enseñaron esto:

“Tu cabeza, no, no, no, mejor: tu cerebro, tiene la razón y permite o impide los afectos. El amor que es un afecto y no un pensamiento correcto y justo, sucede en el tiempo lineal de nuestras minis historeografías, lo que impide que dos  afectos sucedan a la vez.”
Su globalización no les permite entenderse descolocados o  situados, (entonces no saben qué hacer con los largos alcances de la mirada de Medusa y casi cualquier furia).

Odio a Descartes. Teórico de los turistas,  no mamar el daño que nos ha hecho. No hemos podido ver de qué manera absurda nos ha recortado… Me choca estar recortada.  A fuerza de costumbre, de torceduras energéticas, una ha venido a comprender que de querer evitarse la resaca por turismo, en general hay que tener desconfianza de las personas que no ostenten visiblemente dicha condición con gafas, crocs y margaritas, o sea, que todo mundo es turista hasta que demuestre lo contrario. Entonces, una frecuentemente se equivoca (el manager tiene la teoría de que yo así les elijo, turistas). Hay unos que van  camuflados, incluso. No es que hayan ido a tal o cual escuela, que escuchen tal o cual música, que se vistan de tal o cual manera. De pronto su actitud frente al arte culinario los traiciona pues la mesa también implica cosas de contenido cultural diverso en el cuerpo... pero nada más.  Estamos expuestos.
Entre los turistas todo funciona bien, para eso están diseñados y para ellos está hecho Disney, no son inventores o artistas,  son turistas y para ellos el mundo está dispuesto y estandarizado, higiénico, por talla y por temporada, el amor también. El sexo también. Sólo sacan el cobre de turistas  si se sienten  en peligro de perder el itinerario, o peor, si lo hicieron porque  les da mucha curiosidad la zona roja de mi casa.
 
I'm bored of Cheep and cheerful  Da Kills! (pura sabiduría)

Básicamente, no ser un mentecato turista  es una cuestión de formas, un entendimiento estético, casi musical,  de armonía en las actitudes, de ritmo, de buscar la congruencia y la redondez en lo que nos atraviesa pues la redondez es voluptuosidad y la voluptuosidad es una propiedad del placer. La congruencia afectiva es estética y la estética es ética.

                                                          
                                                                

En otras palabras, de no decir y hacer cosas atroces después de meterte a la cama con alguien. De no hacer niñerías, de no decir estupideces, de no hacer groserías porque tu moral judeocristiana te las grita desde el más allá de tu haber matado a dios, de tu deber ser /hacer/sentir cartesianamente escindida, recortada…just because they have it in their backyard, even when they have that Sussex sparkling flavored sip just across their sterilized walls.





Tener la  preocupación y delicadeza  de no exponer tu miseria para el otro. Para el que no tiene velas en tu entierro. De no mostrar pura inseguridad y miedo ante lo que no estaba en el itinerario de viaje y seguir procurando ser, quizá ya es mucho pedir, atractivo para el otro, mantener cierto misterio, tratar de sostener una actitud, amable y generosa…educada. De hacer el amor primer mundo…juá!...me la volé! Pero ya está.  Sin pagar derecho de piso psicológico, sin las bajas corruptelas de la culpa. Sin la resaca por no poder asumirte sintiendo de otra forma o quizá en otro tiempo, en otra playa y mundo  ¿Pero quién me escuchara de entre el coro de los ángeles punks, queers muy caídos… quién?  
 
Esto es materia de educación sexual, ya lo creo ¿Qué se hace después de hacer el amor? ¿Hacer sentir insignificante al compañer@ tendrá algún tipo de efecto endorfínico en los cerebros turistas?¿Convertirlo en un error, en efecto, reduce sus culpas? ¿Minimizar la importancia del evento les otorga tranquilidad? ¿Hay que ponernos histéric@s para que piensen que somos buenas personas y no moustros terribles que han tenido sexo y chan chan chaaaan (música muy macabra) sentimientos?

Las clases de educación sexual no deberían de quedarse tranquilas por mostrar  a lxs chicxs lo que sucede con los gametos.
 
¿Pero  exactamente a qué le temen los turistas?

 [01:17:13 p.m.]manager: los turistas son entes ontológicamente definidos

[01:17:26 p.m.]manager: se definen por un sistema de contraste

[01:17:51 p.m.]manager: a lo que temen los turistas es a viajar, en el sentido más amplio del término,

[01:18:04 p.m.]manager: viajar por viajar

[01:18:06 p.m.]manager: sin rumbo

[01:18:07 p.m.] manager: sin control

[01:18:24 p.m.]manager: porque no lo tienen sobre sí, le temen a cualquier cosa que se salga del plan que les puso su agencia patrocinadora o gestionadora de viaje

[01:18:33 p.m.] manager: les da miedo dejarse llevar

[01:19:44 p.m.]manager: les da mucho miedo disfrutar la vida de formas que no conocen y que les parecen mínimamente arriesgadas

[01:20:39 p.m.] manager: esperan que el bus pase por ellos al hotel , que los lleve a dar el recorrido típico, sacar tres fotos tontas con sonrisas ensayadas, y después cenar en una calle concurrida
[01:20:55 p.m.] manager: pero le temen profundamente a un callejón en el que deban preguntar cómo funciona la cosa y hacen y dicen tonterías

[01:21:39 p.m.] manager: contigo sucede que eres una mujer increíblemente hermosa y seductora, y la más improbable,  llamas mucho la atención, entonces no vacilan en querer hacer tours como si fueras la rambla.
[01:21:42 p.m.] Jessica Asai: oj! me blush. gracias por lo que me toca cariño... Perooo noooo!!!, la rambla?!!  Espera tengo la canción perfecta. Para  los  turistas del 2012,

http://www.youtube.com/watch?v=g_rm-L7ItWQ   de Fisherspooner, se llama Never Win jajaja, cuz you never win, rigth?

[01:21:55 p.m.] manager:  el problema con los turistas es que no entienden la belleza no-comercial, estremecen ante lo atípico. Jaja es bueeena. Sólo ganas si les usas esperando que de hecho turisteen.

[01:22:13 p.m.] manager: están anonadados y no saben por qué, entonces hacen lo único que saben

[01:22:15 p.m.] manager: turistear
 
   Show respect for my exotic paradise.
Asai doesn't love you.

Ir al centro. El turista intuye que todo ocurre ahí ¿se equivoca? Nou, nada…ahí confluyen todos los signos, se colapsan y con tequila sunrise en la mesa, con dólares en la cartera, con la casa de Massachusets, la vida debe ser más bella. Sin preocuparse de aquello que se queda con los escombros  tu despojo,  con la alza de precios, con desconfianza total hacia el mercado.  Elogio al turista por mi denotada envidia

Pfff. Lo que hago por una historia sin efectos colaterales tan devastadores o sencillamente, tan desprovistos de gracia,  por tratar de convencer a la masa amorfa de afectividad llamada turistas de que mandando de tour a su quinceañera marista interior(*), serán más guapos, listos, elegantes, simpáticos, o ya de perdida, menos patéticos por procurarse un mundo más interesante y especialmente, más armónico.
Creo que tengo una causa. Cómo quisiera ser una mulata en el hastío nórdico, una rubia lechosa de Kentucky en Banana Republic, quisiera mirar a mi vecina, la de Daniela Romo y el perro faldero y el hijo que no saluda y sentir que entre nuestras dos miserias existe un océano y tres lenguas de por medio. Sí, dije lenguas...y que me resultara, digamos, kitsch y curiosa…y no todo eso que me resulta. El turista que ya dijimos, es zen, es sabio, viene, mira y huye rápidamente, no tiene la osadía de reincidir...vale, no es zen en tanto la  responsabilidad sobre lo aprehendido. Foto y lo que sigue: Next.

El nativo, viene, mira y persiste. Insiste en la belleza. Para el viajero no hay foto: es un largometraje japonés y mexicano y francés. Sin fugarnos, en el letargo y el fastidio, aunque una persista en mantenerse atenta y fascinada y aunque a veces realmente me lo crea, qué daría yo por un día mirar el mapa y descubrirme un día  llegando, por fin, a mi casa. 

¿Qué daría?

Aguamala o medusa.
 
 (*) been there.