lunes, 26 de agosto de 2013

Cascadas.

Querida Aguamala: Terminó el vértigo. Parece una broma del destino pero ya sabemos que este cuento se teje con tus hilos. Después de la última vuelta, el remedio, una bebida efervesente, analgésica y llena de electrolitos, también se llama Daniel


Hallazgos amorosos al fin de la montaña rusa. Tres reflexiones sobre lo sencillo y lo sagrado. 


                                                                                                      
 

1.       Fórmula de la disolución secreta a dos lenguas.

 

Crónica de una pasión sencilla. Any given love.

Me gusta la vida sencilla, con su luz clara y su ir al mercado y sus desayunos. Me gusta  tu piel de frazada y tus besos de tónico hidratante. Me gusta que descanses a mi lado como yendo por un río paralelo.  Sexo-dulce-pleniluneo y tu amor indispensable, simple y certero, me sube a la cabeza y a la sangre, como cafetera italiana sin filtro/// Te sucede el efecto inverso de los cuchillos clavados en la tierra para evitar la lluvia. Cuando tú estás en mi tierra invocas todas las tormentas.  Marisma es esta cama que compartes conmigo. Hay evidencia científica de relámpagos domésticos. Nuestra habitación es un trópico improbable: Playa interior.  Páramo y fuga. Qué extraño acto de generosidad metafísica que después de ser río,  te vuelvas el barco,  el parasol y el remanso; las aguas claras, las aguas mansas, todas las aguas. Quiero descansar en ti. Eres mi casa. Y estás lleno de cuadros surrealistas y de la  luz ámbar a la que es proclive tu cabello, la que escapa de tus ojos. La que me llena la casa. Techo de palabras dulces. Ventana a la claridad para la vida. Iris caramel macchiato. Me encantas.

Love like waterfalls

The spilling of my Daniel cascade. Your love and kindness are just revealing. They have the same properties of simple and sacred objects, which are susceptible of being simply discovered:   As the old’s gods words, inscribed on the walls of a lost temple, as a present involved with kindness, or a black novel murderer. Love as the morning lighting up my sleeping lover. Love to be choosen. Daniel, easy flow of tenderness, you have just dissolved.me:

2.       Disolución.

Estoy segura
que hay cuestiones del Universo,
sutiles y  fundamentales,
que sólo se han dicho,
tus manos y mis senos:
Cosas relacionadas a las fronteras y a los puentes,
cosas de brujería,
asuntos claves en política interior,
y  magnetismo.
Tal vez un día sepamos
el misterio por el cuál
esta cálida llama nos protege y nos abraza.
Por qué en tu cuerpo de desfiladero,
se despeña la envidia,
de ojos menos dulces,
desprovistos de la  sencillez
de tu alma
y la precisión de tu risa.
Escala mi deseo por tus riscos,
amigo mío, amor mío,
piel de magnolia:
Quema las naves.
Toma mis olas.

Hay secretos soles,
violáceos astros
canarios ríos,
que sólo han visto nuestras almas
elevadas en el sexo,
revueltas,
disueltas,
desprendidas del mundo.


Aguamala o Medusa

 

                                                                  Dissolve Me









Larga es tu muerte. Long distance call.




“…heat-oppresse’d brain”, Macbeth

La otra noche hablamos por teléfono en un sueño. Escuché tu voz. Tú cálida voz cruzó esta distancia dicotómica, breve e insondable, entre esta vida, derroche de posibilidades y el otro lado de la luz. Otro derroche: Ahí, donde estas tú o algo parecido a ti, o algo de tí… o nada.

Han pasado más de tres años. El día de tu muerte no lloré. No se si no podía expresarme de esa manera en público o tenía que equilibrar con un poco de templanza, la inconsolable resistencia de mi madre. Lo que sí se, es que tenía colmado el pecho por la inmensa dicha de haberte conocido. Por haber acontecido en una vida como la tuya.

Nunca antes vi la muerte. Sólo había perdido a Calígula, mi gato. Sé que no hay punto de comparación, o el único punto de comparación y por eso de encuentro, es la muerte. Por supuesto, fue muy distinto, pero tu muerte y la suya son la misma.

Cuando era adolescente podía llorar durante horas. El día en que perdí a Calígula no dejaba de intentar con desesperación, construir las preguntas que hoy me hago ya sin miedo y que por supuesto, no se contestarme todavía.

Dejé de entender la vida toda la tarde y entré al llanto como si entrara en mi casa: Ese llanto sordo y loco que nos descoloca, y que como la sordera y la locura, también nos aísla y nos lleva a otra parte. Nos pone a salvo en una tristeza avasallada. Protegida. Una habitación sin vistas.

Ya no puedo llorar así. Hoy más o menos lo he intentado pero inundar la dicha de mi casa, el valor de mi trabajo y los besos de Daniel, me haría sentir casi patética. Ya no puedo llorar así.

Calígula y sus ojos amarillos fueron un derrame de vida sobre el mantel de la mesita de noche. Hoy sé que los pasos en falso de mi gato negro, temerario y absurdo, como emperador romano, me rasgaron el alma para que yo entendiera tu muerte.

Dos afectos sí pueden ocupar el mismo pecho, al mismo tiempo.

La fecha de tu muerte fue tan precisa que siempre he preguntado si la elegiste con el trazo de cirujano o con ese afán romántico de poeta del diecinueve. Cuidar la forma. Hay dos "emes" en las manos: modo y manera. No me dio pena perderte, sentí como si te estuvieras graduando con honores. Ya sabes, nosotros y la academia y los rituales de la mesa y del conocimiento. Y Debussy. Me sentía desbordada, inundada de admiración.

Pensé que todas las vidas deberían ser cómo lo fue la tuya; pensé que mi vida debería de parecerse a la tuya, entregarme a la aventura y al conocimiento, y siempre estar muy elegante para abrirle al mundo una mente abundante y un corazón generoso. Sabía que un día iba a extrañarte tanto, que escribiría largas líneas sobre tu impecable gusto para la música de concierto. Sabía que ibas a faltarme.

Hoy es ese día. Quizá por eso he soñado contigo o quizá por haberte soñado es que te extraño. La vida antecede al sueño y el sueño antecede a la vida: Se abrió la puerta de tu voz a mi inconsciente, que es un páramo esmeralda habitado de fauna marina:

Ahí, donde nadan o vuelan mantarayas o acontece la guerrilla, hablamos por teléfono. Lejos del llanto sordo de mi adolescencia, hoy soy toda oídos y no le temo a las preguntas que no se responder. Precisión de cirujano al otro de los sueños. Yo tengo tus libros de poetas del siglo XIX. Me has llamado y tuviste, como siempre, palabras de dulce y filigrana para mí.

Gracias por llamar, abuelo.

 Aguamala o Medusa

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